“Esta es una historia explicada de madres a hijas. De mujeres, jóvenes y mayores, algunas madres pero todas brujas. Te doy la bienvenida al mundo de Anna Rovira. 

 

Ya de pequeña, imaginaba todos los colores en una hoja en blanco, mezclados. Mi abuela cosía para todos. En el comedor, una montaña de flores, rayas de algodón, lanas, agujas entre las ranuras de los azulejos. Los armarios repletos de tejidos de mil formas y colores.
Yo enmudecía mirándola.

Mi madre heredó su arte. Los domingos por la tarde eran momento de dibujos. Olor a café. Mi abuela y mi madre escogiendo ropas, colores para mis vestidos de verano. Patos verdes, muñecas con sombrero, rosas, verdes, morados, hilos por todas partes y mi mundo imaginario empezó a construir mi propia historia.

Quería lápices de colores, libretas y gomas de pollo. Nada más. Quería abrazos de los míos, olor a cartas, olor a verano, a mar, a flores de mil colores, a montaña verde, a campo de amapolas.

Muchos tumbos, pruebas, aprendizajes, elecciones, más y menos acertadas, pero el amor me guió en mi camino y me dio a Violeta, Emilia y Sabina. Ese amor, esa fuerza inexplicable, sacó lo mejor de mí para transformarlo en quién soy, Anna Rovira.

Sin darme apenas cuenta, nacieron mis primeras piezas, mis primeros Emilias. Es un bolso, sí, pero es mucho más. Es el resultado de la historia de una niña que es ahora mujer y también madre. Una niña que nunca supo cómo expresar sus emociones. Tenía miedo a mostrarme tal y como soy, miedo al qué dirán, inseguridad, me sentía pequeña, diminuta. ¿Por qué quedarme solo con un color cuando los quería todos y de todas las maneras?

Hoy, estoy preparada. Me siguen costando las palabras pero para eso están mis piezas, mi familia. Son el resultado de, por fin, conocer mis sombras y no tener miedo a la luz. Esta soy yo. Una cabeza donde entre rizo y rizo podrás ver mariposas y pájaros de mil colores, volando libres.
Ahora, la libertad para crear no tiene límites.

 

Tienes el alma de mi tribu en tus manos. Y será lo que tú quieras que sea.”

Anna Rovira